Muchos
ya se refieren a la compra de WhatsApp por parte de Facebook como la
operación del año en el mercado tecnológico. No es para menos. El
movimiento de Facebook no solo es enorme a nivel de cifras, sino que
pone una vacuna preventiva a uno de los problemas de futuro que más
preocupaba a Zuckerberg: la fuga de tráfico y usuarios.
Por su crecimiento meteórico
La
cifra de 19.000 millones de dólares que ha pagado Facebook es
desorbitada se mire por donde se mire. Nada menos que 19 veces lo que
Facebook pagó en su día por Instagram.
¿Mereció la pena la compra de Instagram? Según un informe publicado en enero de este mismo año por GlobalWebIndex,
la red social fotográfica creció un 23% en el último trimestre del año.
Eso es más que lo que lograron Facebook, Twitter y Pinterest juntas en
el mismo período, así que sí. Es lógico pensar que Zuckerberg esté muy
contento con aquella adquisición.
Si hablamos de crecimiento, WhatsApp es un cohete. La gráfica
hecha pública por la propia Facebook lo dice todo. La aplicación de
mensajería alcanzó 419 millones de usuarios en sus primeros cuatro años.
Hace solo nueve meses, la aplicación sólo tenía 200 millones de
usuarios. Su ritmo de crecimiento es del 73% en un sector, el de las
telecomunicaciones, donde la media está en torno al 10 o 20%, y donde se
te puede considerar un caso de éxito rotundo si alcanzas el 50% de
crecimiento.
No
hay que olvidar tampoco que Whatsapp ha logrado esto cobrando por la
aplicación, en un mercado saturado de otros programas con publicidad, y
sin invertir un céntimo en marketing. Todo su crecimiento ha sido viral.
Por ser una "nueva" red social
Actualmente,
WhatsApp tiene unos 450 millones de usuarios activos. Es casi la mitad
de los usuarios de Facebook, y más del doble de los usuarios de Twitter
(215 millones), pero lo importante no es lo que tiene, sino lo que puede
alcanzar. WhatsApp no es especialmente usado en Estados Unidos, donde
tiene mucho margen de crecimiento. Además, bate récords fuera de
territorio estadounidense. En países de habla hispana como España, o
México, WhatsApp consume una cuarta parte del tiempo total que pasamos
con el móvil. Es la "nueva" red social.
Latinoamérica
es un mercado con un potencial enorme para WhatsApp, sobre todo ahora
que el declive de las Blackberry ha impulsado a millones de usuarios a
adoptar WhatsApp en sus nuevos terminales Android.
Pero WhatsApp
no solo es el exponente de un mercado en crecimiento. Es el principal
ejemplo de una tendencia que preocupaba mucho dentro de Facebook: el
salto de las nuevas generaciones a la mensajería móvil como sustituta de
las redes sociales tradicionales. La edad de los usuarios de Facebook
sube, y muchos adolescentes no quieren estar en la misma sala de chat en
la que están sus padres.
Las
cifras de esta fuga de usuarios aún no resultaban significativas, pero
si lo suficientemente alarmantes como para que Facebook intentara
comprar Snapchat por 3.000 millones de dólares en noviembre de 2013. Los
responsables de esta aplicación popular entre los más jóvenes
rechazaron la oferta, así que Zuckerberg decidió dejarse de tonterías e
ir a por el premio gordo: WhatsApp. La apuesta le ha salido cara, pero
era eso, o seguir dejándose fichas en el tapete hasta que quizá fuera
demasiado tarde.
¿El próximo Facebook Messenger?
Tanto
Facebook como WhatsApp se han apresurado a dejar claro que ambas
plataformas se mantendrán separadas. El CEO de Whatsapp también ha
asegurado que su aplicación se mantendrá libre de publicidad. Resulta
difícil de creer que Zuckerberg y Koum mantengan esa promesa, pero
seguramente lo hagan a corto y medio plazo. Al fin y al cabo Facebook ha
tardado año y medio en anunciar publicidad en Instagram, y aún hoy está
insertándola con mucho tiento para no despertar las iras del usuario.
Si
tuviéramos que apostar, también lo haríamos en contra de una eventual
fusión de Whatsapp dentro de Facebook Messenger. La primera razón es que
la plataforma de mensajería no le llega a Whatsapp a la altura de los
zapatos en popularidad. La segunda razón es que no existen precedentes.
Instagram sigue siendo Instagram cuando podía haberse integrado en la
plataforma de imágenes de Facebook. La red social incluso parece dar
muestras de querer disgregar su propio núcleo con la presentación de Paper, su lector de noticias con actualizaciones sociales integradas.
WhatsApp
viene a unirse a esta colección de aplicaciones con un único objetivo
común: mantener el tráfico y a los usuarios dentro del mismo gigantesco
parque temático sin que resulte muy evidente para ellos. La gente
desconfía de las grandes corporaciones, y por eso el camino de
crecimiento de Facebook apuesta por una imagen descentralizada. Y si eso
significa separar la red social en aplicaciones de distinto nombre y
apariencia para todos los gustos, bienvenido sea.
Porque la privacidad no es un obstáculo
Asumiendo
que las instituciones que cuidan de este tipo de operaciones entre
grandes empresas no pongan objeciones a la compra, a la unión Facebook -
WhatsApp solo se le adivina un obstáculo, y no es uno muy grave: la
privacidad.
La batalla por quién y cómo accede a nuestros datos en Facebook
ha sido un quebradero de cabeza constante para Facebook. Ahora que la
red social se hace con WhatsApp, la preocupación por quién sabe nuestro
número de teléfono, o accede a nuestras conversaciones se suma a los
viejos demonios de Facebook. WhatsApp, además, no tiene muy buena
reputación en este sentido.
La
buena noticia para Facebook es que realmente son muy pocos los que
anteponen la privacidad a estar bien conectados. WhatsApp ha crecido
pese a su justificada fama de aplicación vulnerable. La cuestión de
cuántos usuarios migrarán a otras plataformas tras la compra es
irrelevante. La razón es que el mercado de aplicaciones de mensajería
es, en cierta medida, cautivo. Por mucho que instalemos Line o Telegram,
y lo aireemos a los cuatro vientos en Twitter, si la mitad de nuestros
contactos menos early adopters sigue usando WhatsApp, no
podremos librarnos de la aplicación so pena de perder a esos contactos.
Nos guste o no, seguimos ligados a WhatsApp y a Instagram, y eso no
significa otra cosa más que seguimos ligados a la gran F de Zuckerberg.
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